Los beneficios derivados del cooperativismo agrario

Las cooperativas están insertas en el ADN del medio rural español, ya que han constituido las formas de organización habituales de colectivos de agricultores que decidieron asociarse para poner en común medios y potenciar sus cultivos. Son entidades que fomentan el tejido social de las zonas en las que se implantan y la creación de empleo.

Las cooperativas, más allá de su inherente integración con el contexto rural hispano, están plenamente capacitadas para funcionar como instrumentos de gestión competitivos en el marco de la actual sociedad globalizada.

No cabe duda de que la compartición de medios, instalaciones y servicios de la que disfrutan los socios de las cooperativas les permite ahorrar a todos individualmente y esto redunda en la eficiencia productiva de sus cultivos. Como no podía ser de otra manera, esta circunstancia también tiene un efecto positivo en el consumo, puesto que los clientes pueden acceder a productos caracterizados por unas mayores calidad y seguridad.

Asimismo, las cooperativas también suponen unas útiles instancias de negociación entre los agricultores y los proveedores y consumidores. Tampoco hay que olvidar que favorecen la formación y transparencia entre los socios y la innovación tecnológica

Por último, vale la pena hacer un inciso en la realidad actual del cooperativismo agrario extremeño (el puntero en este ámbito), el cual agrupa sobre unas 250 entidades y 45.000 agricultores y ganaderos. Este sector ha ido a más en los tiempos de crisis económica atravesados y cuenta con una facturación anual que alcanza los 1.000 millones de euros.

cooperativismo-agrario